“El Tricolor es más que un equipo, es un reflejo de nuestra identidad”. Estas palabras, pronunciadas por Andrés Guardado en una conferencia de prensa, resumen el peso emocional que la Selección Mexicana tiene para millones de hispanos en Estados Unidos.
Desde los tiempos de Miguel Herrera y hasta la era de Gerardo Martino, la evolución del Tri no solo ha cambiado el juego dentro de la cancha, sino también su conexión con la afición.
De la euforia a la frialdad

Miguel Herrera marcó una época con su pasión desbordante. Su era nos dejó recuerdos imborrables, como el histórico gol de Giovani dos Santos ante Holanda en el Mundial de 2014.
Sin embargo, el temperamento explosivo de Herrera terminó costándole el cargo y luego llegaron Osorio y sus rotaciones, seguidos de Martino, quien implementó un estilo más estructurado y menos emocional.
Si bien Martino llevó al equipo a una final de Copa Oro en 2021, su era también estuvo marcada por derrotas dolorosas ante EE.UU. y una clasificación al Mundial de Catar 2022 que generó más dudas que confianza.
Factor clave para el Tri

Más de 36 millones de mexicanos viven en Estados Unidos, según el Pew Research Center.
Miguel Herrera marcó una época con su pasión desbordante
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Esta afición es el alma de la selección fuera de su país. Partidos en ciudades como Los Ángeles, Houston y Chicago se sienten como locales, llenos de camisetas verdes y el icónico “Cielito Lindo” resonando en las gradas.
La Federación Mexicana de Fútbol sabe esto y ha convertido a EEUU en una base estratégica para amistosos y torneos.
Nuevas caras, mismas expectativas

Con la salida de Martino, el reto para el nuevo técnico es claro: recuperar la confianza de la afición y renovar una generación que luce desgastada.
Jugadores como Santiago Giménez y Edson Álvarez representan la esperanza de un Tricolor competitivo rumbo al Mundial de 2026, que se jugará en suelo norteamericano, aumentando aún más la expectativa entre la comunidad hispana.
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