Con la llegada del Año Nuevo, millones de familias hispanas en Estados Unidos repiten una serie de rituales que han pasado de generación en generación. Aunque muchos viven lejos de sus países de origen, tradiciones como comer las 12 uvas, usar ropa interior de colores o salir con una maleta a la medianoche siguen siendo parte esencial de la celebración y una forma simbólica de comenzar el año con esperanza.
Estas costumbres, arraigadas principalmente en países de América Latina y España, han encontrado un nuevo hogar en comunidades hispanas a lo largo del país, donde se adaptan a la vida moderna sin perder su significado.
Las 12 uvas: deseos al ritmo del reloj

Una de las tradiciones más conocidas es la de comer 12 uvas al sonar las campanadas de medianoche, una por cada mes del año.
Con cada uva se pide un deseo, generalmente relacionado con salud, trabajo, amor o estabilidad económica.
Esta práctica, popular en países como México, España, Perú y Colombia, se ha convertido en un momento familiar que reúne a adultos y niños frente al reloj, la televisión o el conteo regresivo en reuniones caseras.
Más allá de la creencia, el ritual representa la intención de comenzar el año con metas claras y optimismo.
Ropa interior de colores: símbolos de lo que se desea atraer

Otra costumbre ampliamente extendida es usar ropa interior de ciertos colores durante la noche de Año Nuevo.
El significado varía según la creencia popular:
Rojo, para atraer el amor y la pasión.
Amarillo, asociado con la prosperidad y el dinero.
Blanco, para la paz y la armonía.
Verde, vinculado a la salud y la esperanza.
En muchas familias, elegir el color se convierte en un ritual previo que añade un toque de humor y complicidad a la celebración, sin dejar de ser una expresión simbólica de los deseos personales para el nuevo año.
La maleta: viajar como propósito

Salir a la calle con una maleta vacía justo después de la medianoche es una tradición que simboliza el deseo de viajar durante el año que comienza.
Algunas personas caminan alrededor de la cuadra, otras simplemente dan unos pasos fuera de casa.
Aunque no garantiza viajes, el gesto representa la apertura a nuevas experiencias y oportunidades.
Para muchos inmigrantes, esta tradición también refleja el valor que se le da al movimiento, a conocer nuevos lugares y a mantener viva la conexión con otros países.
Más que superstición, identidad y esperanza
En Estados Unidos, estas costumbres se celebran tanto en reuniones familiares como en apartamentos pequeños, trabajos nocturnos o incluso entre amigos.
Muchas personas ajustan los rituales a su realidad, pero conservan su esencia.
Para las nuevas generaciones nacidas en EE.UU., estas tradiciones funcionan como un vínculo cultural, una forma de aprender sobre sus raíces y de compartirlas con amigos de otros orígenes.
Aunque algunos las consideran supersticiones, para muchas familias hispanas estas tradiciones representan momentos de unión, conversación y reflexión sobre lo que se deja atrás y lo que se quiere construir.
En un país donde la vida suele ser acelerada, despedir el año con rituales cargados de simbolismo sigue siendo una manera poderosa de comenzar de nuevo, honrar el pasado y mirar al futuro con intención.
Así, entre uvas, colores y maletas, los hispanos en Estados Unidos demuestran que las tradiciones no se pierden al cruzar fronteras: se transforman, se adaptan y se mantienen vivas cada vez que un nuevo año comienza.


