A pesar del miedo, las advertencias y los riesgos reales de que los arresten, miles de migrantes indocumentados se hicieron presentes en el SoFi Stadium de Inglewood, California, para apoyar a la Selección Mexicana en su primer partido de la Copa Oro 2025. Su sola presencia fue un acto de valentía y amor por sus raíces. Así lo expresa Miguel España, exseleccionado nacional y exentrenador de Pumas UNAM, quien destaca que el fútbol mexicano le debe mucho a estos aficionados invisibles.
“Son capaces de cruzar todo Estados Unidos y pagar boletos carísimos solo para ver a la selección. Es más que fútbol para ellos, es identidad”, afirma España. Durante décadas, los migrantes en EE.UU. ha sido una base fundamental del éxito comercial del fútbol mexicano y de la Selección Mexicana. Desde 2002, la Federación Mexicana de Fútbol, en alianza con Soccer United Marketing, organizó partidos amistosos en ciudades estadounidenses con alta población hispana, generando millones en ingresos, aunque también críticas por la baja calidad deportiva de algunos encuentros.
Conexión más allá del negocio
Es más que fútbol para ellos, es identidad
Miguel España recuerda cómo esta conexión se empezó a consolidar desde el Mundial de 1986.
Para los migrantes, la Selección Mexicana no es solo un equipo, sino un símbolo de pertenencia.
“Verlos regresar a los estadios, incluso con amenazas de redadas, muestra una lealtad increíble que no ha sido suficientemente reconocida”, añade.
Critica la falta de solidaridad de los dirigentes del fútbol mexicano y lamenta que los migrantes solo sean vistos como “clientes cautivos”.
Para él, es incomprensible que a la base económica del fútbol nacional se le ignore cuando más necesita respaldo.
Silencio de jugadores y directivos
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España también cuestiona el silencio del técnico Javier Aguirre, quien evitó hablar sobre los riesgos que enfrentan los migrantes en Estados Unidos.
Aunque reconoce que los jugadores no siempre son voceros sociales, también subraya que su influencia debería servir para algo más que marketing.
“Cuando callamos, también estamos tomando una postura”, advierte, y menciona a Carlos Vela como una excepción valiente por expresar su respaldo a la comunidad migrante de California.
La biografía familiar de Miguel España, hijo de un exiliado de la guerra civil española, lo conecta profundamente con el dolor de los que hoy buscan refugio en Estados Unidos.
“No puedo mantenerme distante cuando mis paisanos son perseguidos”, concluye.
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