Estados Unidos registró este martes 14 de octubre una doble ejecución que marcó un nuevo punto crítico en el uso de la pena capital. En un lapso de apenas una hora, los estados de Florida y Misuri llevaron a cabo la ejecución de Samuel Lee Smithers y Lance Shockley, respectivamente.
Ambos casos se suman a una ola de ejecuciones que convierte a octubre de 2025 en el mes más activo en casi 15 años, con dos presos ejecutados en menos de una hora.
El caso de Florida: un récord histórico en ejecuciones

En Florida, Samuel Lee Smithers, de 72 años, fue ejecutado mediante inyección letal en la prisión estatal de Raiford.
Su sentencia se debía al asesinato de dos mujeres en 1996, identificadas como Denise Roach (24) y Christy Cowan (31), ambas residentes del área de Tampa.
Smithers, quien trabajaba como jardinero y servía como diácono en una iglesia local, confesó parcialmente haber golpeado y ahogado a las víctimas tras discusiones relacionadas con dinero.
El caso conmocionó a la comunidad por la brutalidad de los crímenes y porque Smithers fue descrito como un hombre religioso, casado y sin antecedentes de violencia.
En su defensa, el condenado llegó a afirmar que un tercero había sido el responsable de uno de los asesinatos, pero los jurados rechazaron esa versión.
Smithers se convierte así en el decimocuarto reo ejecutado en Florida este año, la cifra más alta en la historia reciente del estado.
Desde que el Tribunal Supremo de EE. UU. restableció la pena de muerte en 1976, Florida no había superado las ocho ejecuciones anuales.
Organizaciones de derechos humanos han calificado la situación como “alarmante”, advirtiendo sobre el uso de la inyección letal en personas de edad avanzada y los posibles efectos de sufrimiento físico durante el proceso.
Misuri ejecuta a un asesino de un agente estatal

Una hora después, en Misuri, Lance Shockley, de 48 años, fue ejecutado también por inyección letal por el asesinato del sargento estatal Carl “Dewayne” Graham Jr., ocurrido en 2005.
Graham, padre de un niño de cuatro años, fue emboscado cuando llegaba a su casa en la zona rural de Van Buren.
Los fiscales sostuvieron que Shockley lo asesinó para evitar ser implicado en una investigación por un accidente fatal del que había huido.
Sin embargo, el condenado siempre sostuvo su inocencia, alegando que no existía ni ADN, ni testigos, ni evidencia física que lo vinculara directamente con el crimen.
Aun así, los tribunales estatales y federales confirmaron la sentencia, y el gobernador Mike Kehoe aseguró que la ejecución representaba “una muestra del compromiso del estado con la justicia y el respeto al orden”.
Así fue como EE.UU. tuvo dos presos ejecutados en menos de una hora.
Un repunte en el uso de la pena capital
Con estas dos ejecuciones, Estados Unidos suma 37 en lo que va de 2025, el número más alto desde 2014.
Solo en octubre están previstas siete ejecuciones, cuatro de ellas en una misma semana, según el Death Penalty Information Center.
El incremento coincide con un endurecimiento en las políticas de justicia criminal bajo la administración del presidente Donald Trump, quien ha expresado públicamente su respaldo a la pena de muerte “para crímenes atroces”.
Mississippi y Arizona tienen programadas nuevas ejecuciones esta semana, mientras que al menos otras cinco se realizarán antes de finalizar el año.
Si se cumplen todas, 2025 cerraría con 44 ejecuciones, el total anual más alto en más de una década.
Diversas organizaciones, como la ACLU y Amnistía Internacional, han reiterado sus llamados para revisar la aplicación de la pena capital, especialmente en casos con posibles errores judiciales o condiciones médicas críticas de los condenados.
En un país donde la justicia y la moral se cruzan con la política y la opinión pública, octubre de 2025 queda marcado como el mes en que el debate sobre la pena de muerte volvió a dividir a Estados Unidos.
Archivado como: Dos presos ejecutados en EE.UU.