Aunque convaleciente y físicamente ausente del tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, el papa Francisco ha dejado su huella espiritual en la celebración más solemne de la Semana Santa, al escribir personalmente las meditaciones que se leyeron durante las catorce estaciones del recorrido.
El pontífice, de 88 años, no participó presencialmente debido a que aún se recupera de una grave infección respiratoria que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el Hospital Gemelli de Roma, y de la cual todavía no está completamente restablecido.
Papa Francisco, ausente en el Vía Crucis
Su ausencia no fue sorpresiva esta vez —como en años anteriores cuando canceló su asistencia por las bajas temperaturas— sino que ya estaba prevista en el calendario vaticano.
En su lugar, el cardenal Baldassare Reina, vicario del papa para la diócesis de Roma, fue el encargado de presidir el acto en el majestuoso anfiteatro romano, que año tras año congrega a miles de fieles y es seguido por millones a través de transmisiones globales.
Un mensaje espiritual profundo en cada estación
A través de sus meditaciones, divulgadas por VaticanNews, el papa propone un enfoque profundamente humano y social de la Pasión de Cristo.
En una de sus reflexiones centrales, Francisco contrasta dos realidades: la economía de Dios y la economía del mundo actual.
La economía de Dios no mata, no descarta, no aplasta. Es humilde, fiel a la tierra
Papa Francisco
En contraposición, denuncia una economía “deshumana”, dominada por algoritmos, cálculos fríos e intereses implacables, donde el valor de uno es aplastado por el peso de los noventa y nueve.
El mensaje es claro: en un mundo regido por la rentabilidad, el Evangelio propone otro camino, uno donde cada vida cuenta.
Oraciones por los olvidados y por la paz
Cada estación del Vía Crucis fue acompañada por una oración escrita por el papa, muchas de ellas dedicadas a los márgenes de la sociedad.
Francisco rezó por quienes “están en las fronteras y sienten que su viaje ha terminado”, por los que no tienen voz, ni poder ni dinero, y por quienes son invisibles ante los ojos del mundo.
En la última estación, el papa elevó una oración universal:
“Que venga tu paz para la tierra, el aire y el agua.
Que venga tu paz para los justos y los injustos.
Que venga tu paz para quien es invisible y carece de voz.
Que venga tu paz para quien espera un renacer justo.”
También pidió unidad para la Iglesia, reconociendo “la fragilidad de nuestro amor” y rogando por una conversión profunda del corazón, citando las palabras de san Francisco de Asís.
El papa continúa sus gestos fuera de protocolo
A pesar de su frágil estado de salud, Francisco no ha dejado de hacer gestos personales y simbólicos.
Este Jueves Santo, como ya es tradición desde su elección en 2013, visitó la cárcel romana de Regina Coeli, en el barrio de Trastevere, donde se reunió con 70 reclusos.
No celebró misa ni lavó los pies como en años anteriores, pero su presencia silenciosa fue un mensaje en sí mismo.
¿Dará la bendición ‘Urbi et Orbi’?
El Vaticano aún no ha confirmado si el papa podrá dar la tradicional bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) el próximo Domingo de Resurrección desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Las apariciones públicas de Francisco en esta Semana Santa dependerán estrictamente de su evolución médica y podrían anunciarse con poca antelación, como ya ha ocurrido en otras celebraciones recientes.
Para millones de fieles hispanos en Estados Unidos —muchos de ellos migrantes que enfrentan injusticias, discriminación y dificultades económicas—, el mensaje del papa sobre la “economía que no mata” es especialmente relevante.
Su invitación a abrazar la humildad, a cuidar de los más pequeños y a buscar una paz real y concreta toca las heridas de nuestra sociedad y propone un camino de esperanza desde la fe.
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