Para millones de mexicanos y latinoamericanos que viven en Estados Unidos, visitar la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México es un sueño que a veces queda lejos por motivos migratorios, económicos o familiares. Pero en el corazón del Medio Oeste estadounidense existe un lugar que se ha convertido en un puente espiritual entre ambos países: el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, Illinois, conocido popularmente como “la segunda Basílica”.
Ubicado a pocos minutos del aeropuerto O’Hare, este santuario católico se ha convertido en el centro guadalupano más grande y visitado fuera de México. Cada año, especialmente el 12 de diciembre, recibe a más de 200,000 peregrinos, convirtiéndolo en uno de los eventos religiosos latinos más multitudinarios del país. Para muchos inmigrantes, este espacio representa no solo un templo, sino un hogar espiritual que les permite mantener viva su identidad y su fe lejos de su tierra.
Santuario de la Virgen de Guadalupe en Des Plaines
El origen del santuario se remonta a 1987, cuando un inmigrante mexicano colocó una pequeña réplica de la imagen de la Virgen en un árbol cercano.
Al poco tiempo, otros creyentes comenzaron a llevar flores, veladoras y cantos.
El sitio se transformó rápidamente en un punto de encuentro comunitario, hasta que la Arquidiócesis de Chicago decidió construir un santuario oficial debido al enorme número de fieles que acudían semana tras semana.
Hoy, el santuario cuenta con un espacio abierto para celebraciones masivas, una capilla, una réplica de la tilma y áreas destinadas a peregrinaciones, procesiones y misas multiculturales.
Aunque no es una basílica en términos canónicos, los fieles lo bautizaron como “la segunda Basílica” por su impacto espiritual y su impresionante convocatoria anual.
Un refugio para inmigrantes en tiempos difíciles
Para la comunidad hispana en EE.UU., el santuario ha adquirido un significado que va mucho más allá de lo religioso.
En tiempos de incertidumbre migratoria, redadas, demandas laborales y separación familiar, miles de personas acuden a Des Plaines buscando consuelo, fortaleza y sentido de pertenencia.
El santuario también organiza actividades comunitarias, vigilias por inmigrantes detenidos, eventos culturales y apoyos sociales coordinados con organizaciones locales.
Se ha convertido en un punto clave para entender cómo los latinos reconstruyen comunidad lejos de casa.
El 12 de diciembre: una celebración que paraliza Chicago
Cada año, desde la noche del 11 de diciembre, miles de personas llegan caminando, manejando o incluso en bicicleta desde distintos puntos de Illinois, Wisconsin e Indiana.
Las mañanitas, los danzantes, los grupos musicales y las familias enteras llenan el santuario en una muestra impactante de fe y resistencia cultural.
Para muchos inmigrantes que no pueden volver a México, esta celebración es lo más cercano a estar frente a la tilma original en la Basílica de la Ciudad de México.
La tradición se ha vuelto tan grande que la ciudad debe coordinar cierres de calles, operativos de tránsito y servicios especiales.
Un símbolo de identidad latina en el Medio Oeste
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Dona y cambia vidas
Des Plaines no solo es un santuario: es un recordatorio de cómo la devoción guadalupana actúa como lazos invisibles que unen generaciones, idiomas y países.
Para los jóvenes latinos nacidos en Estados Unidos, el sitio funciona como una puerta a sus raíces.
Para los mayores, es un refugio emocional que les devuelve el sentido de hogar.
Con el paso de los años, la “segunda Basílica” se ha consolidado como uno de los espacios religiosos más importantes para los latinos en Estados Unidos.
Es un testimonio del poder de la fe para cruzar fronteras y del profundo significado que sigue teniendo la Virgen de Guadalupe para millones.
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