El abridor de los Dodgers de Los Ángeles, Dustin May, volvió al montículo como si el tiempo no hubiera pasado. Pero detrás de su sólida actuación de este martes frente a los Atlanta Braves (victoria 3-1), hay una historia humana que va más allá del béisbol: la de un atleta que superó una experiencia cercana a la muerte.
Dustin May, de 27 años, lanzó cinco entradas, permitió solo un hit y una carrera inmerecida, ponchó a seis y otorgó tres bases por bolas. Fue su primera apertura en Grandes Ligas desde el 17 de mayo de 2023, después de pasar más de un año fuera de acción por una doble adversidad: una lesión en el tendón flexor y un incidente médico grave que casi le cuesta la vida.
Todo por una ensalada

En 2023, durante una cena en Arizona con su esposa, un trozo de lechuga le perforó el esófago cuando intentaba pasarlo con agua. El daño fue severo.
Dustin May fue sometido a cirugía de emergencia esa misma noche para salvarle la vida.
Fue su primer apertura en Grandes Ligas desde el 17 de mayo de 2023
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“No había mucha luz al final del túnel en ese momento”, confesó. “Solo quería volver a casa y ver el amanecer”.
El propio Mookie Betts, compañero de equipo, lo resumió con incredulidad: “Es una de esas historias que suenan inventadas, pero fue real. Dios hizo su magia”.
Nueva mentalidad

Más allá de lo físico, Dustin May habla de un cambio completo en su enfoque hacia el deporte y la vida.
“Fue un reinicio total. El béisbol estaba al final de mi mente”, dijo.
Pero el martes 2 de abril, cuando subió al montículo y lanzó una sinker de 96 mph al primer bateador de los Bravos, volvió a sentir que todo valía la pena.
Después de ponchar a Austin Riley y Matt Olson, Dustin May salió del montículo sonriendo, sabiendo que había superado algo mucho más grande que un rival.
Para los aficionados latinos en EE.UU., la historia de Dustin May no solo es una inspiración, sino también un ejemplo claro de cómo el deporte puede reflejar la lucha y la resiliencia que muchos conocen de cerca.
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