Un nuevo capítulo se abre en la ofensiva de Donald Trump contra el crimen organizado mexicano. Esta vez no se trata de operativos fronterizos ni de tropas: ahora el foco está en los artistas que cantan sobre el narco.
Por primera vez, el gobierno de Estados Unidos revocó las visas de una banda mexicana por interpretar un narcocorrido. La canción, dedicada a un líder del crimen organizado, fue presentada en un concierto en Jalisco por Los Alegres del Barranco. Eso bastó para que las autoridades estadounidenses consideraran que el grupo estaba exaltando a un criminal, lo que derivó en sanciones inmediatas.
Prohibiciones y autocensura en México

A raíz de este incidente, varios gobiernos estatales en México han empezado a prohibir las presentaciones en vivo de canciones relacionadas con el narcotráfico.
Pero el mayor impacto parece venir desde el norte: muchos músicos ya están cambiando sus letras o evitando tocar ciertos temas por miedo a que Estados Unidos les cierre las puertas.
Esto ha despertado una ola de autocensura nunca antes vista en la música regional mexicana, un género con una gran base de fans en la comunidad latina de EEUU.
Lo que no se puede cantar… se escucha más

Paradójicamente, el veto oficial ha tenido un efecto contrario al esperado.
Los grupos sancionados han visto cómo sus canciones se disparan en plataformas como YouTube y Spotify.
La polémica ha puesto los reflectores sobre un género que, lejos de desaparecer, gana más fuerza en medio del debate.
Esto deja en evidencia que la música, como manifestación cultural, no siempre se puede controlar desde la política.
¿Arte peligroso o expresión legítima?

Los narcocorridos no son nuevos. Desde hace más de un siglo, los corridos relatan historias de lucha, injusticia, poder y tragedia.
Lo que ha cambiado es que algunos capos comenzaron a pagar para que se escribieran canciones sobre ellos.
Esto ha generado una zona gris entre la libertad artística y la propaganda criminal.
Mientras que algunos defienden estos temas como parte de una tradición que narra la realidad, otros alertan sobre el riesgo de glorificar la violencia.
¿Y qué significa esto para los latinos en EEUU?
La campaña de Trump contra los narcocorridos toca fibras sensibles entre los latinos que crecieron escuchando esta música como parte de su identidad cultural.
Muchos sienten que no se trata solo de combatir el crimen, sino de censurar una expresión que —aunque incómoda— también cuenta historias reales de sus comunidades.
El debate sigue abierto. Lo que es claro es que, con cada intento de censura, el género se reinventa y resiste, desafiando los límites entre arte, política y poder.