El gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, generó gran controversia tras admitir públicamente que, tras conocer el atentado en el que resultó asesinado el comentarista conservador Charlie Kirk, pasó “toda la noche rezando para que el atacante fuera un inmigrante”. Cox confesó que deseaba que el responsable proviniera “de otro país”, sugiriendo que eso reforzaría los argumentos de su partido sobre endurecer las políticas migratorias.
Sin embargo, al confirmarse que el sospechoso es un ciudadano estadounidense de familia conservadora, Cox expresó entre lágrimas que “fue uno de los nuestros”. Esta declaración ha encendido un intenso debate en todo el país sobre los prejuicios contra las comunidades migrantes y el uso político de la violencia.
Peligro de culpar a inmigrantes sin pruebas

Organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes han condenado las palabras del gobernador de Utah.
Señalan que atribuir de inmediato actos violentos a personas extranjeras perpetúa estereotipos peligrosos y fomenta la discriminación.
En EE.UU., estudios federales han demostrado que los inmigrantes cometen menos delitos violentos que los ciudadanos nacidos en el país, según el Centro de Estudios de Inmigración y el propio Departamento de Justicia.
Pese a ello, cada vez que ocurre un crimen mediático, como el de Charlie Kirk, surgen voces políticas que culpan primero a los migrantes sin esperar a que se conozcan los hechos.
Llamado a un discurso responsable

Fue uno de los nuestros
Spencer Cox
Líderes comunitarios y religiosos en Utah han pedido a Cox que se disculpe formalmente con las familias migrantes del estado.
Más del 15% de la población es de origen extranjero.
También advirtieron que declaraciones como esta pueden alimentar el odio y justificar políticas más duras contra quienes buscan una vida mejor en EE.UU.
Diversos analistas señalan que este caso, el asesinato de Charlie Kirk, debería servir como un llamado a la reflexión.
Esto para evitar que el dolor y la tragedia se conviertan en instrumentos de división política.
En lugar de usar la violencia para señalar a comunidades enteras, piden que los funcionarios promuevan mensajes que unan y no enfrenten a los estadounidenses entre sí.
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