Entre todos los misterios que rodean a la Virgen de Guadalupe, ninguno ha generado tanto impacto —ni tantas investigaciones— como lo que aparece en sus ojos. La imagen plasmada en la tilma de Juan Diego ha sido analizada por fotógrafos, científicos, médicos oftalmólogos y expertos en digitalización durante más de un siglo.
Y, a pesar de los avances tecnológicos, lo que se observa en sus pupilas sigue siendo una de las zonas más fascinantes y difíciles de explicar del ayate guadalupano.
El misterio de los ojos de la Guadalupana
Todo comenzó en 1929, cuando el fotógrafo de la Basílica, Alfonso Marcué, afirmó detectar lo que parecía ser el reflejo de un hombre barbado en los ojos de la Virgen.
Décadas después, en los años 50, el oftalmólogo Francisco Torrija examinó la imagen con instrumentos médicos y aseguró que los ojos presentaban el fenómeno de acomodación, algo que ocurre solamente en ojos humanos vivos.
Sus apreciaciones motivaron estudios posteriores que buscaban determinar si la imagen contenía efectos ópticos reales, o si se trataba de interpretaciones visuales.
El análisis más conocido se realizó en 1979, cuando el ingeniero peruano José Aste Tonsmann digitalizó imágenes de alta resolución de la tilma utilizando tecnología de la NASA.
Tras ampliar la zona de los ojos miles de veces, afirmó encontrar varias figuras humanas reflejadas, como si la Virgen estuviera “frente a un grupo de personas” en el momento en que la imagen apareció.
Según su estudio, se distinguen lo que parecen ser:
Un hombre indígena mirando hacia abajo.
Un grupo de personas reunidas.
La figura de un hombre mayor con barba.
Estos hallazgos coinciden con lo que la tradición narra sobre el momento en que Juan Diego desplegó su ayate frente al obispo Zumárraga.
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La Iglesia católica nunca ha declarado oficialmente que estos reflejos sean milagrosos; sin embargo, tampoco los ha desmentido.
Lo que sí ha confirmado es que la tilma ha sido sometida a análisis rigurosos y que no hay pintura añadida en la zona de los ojos, ni pinceladas visibles, ni alteraciones detectadas bajo análisis infrarrojo.
Para la comunidad hispana en Estados Unidos, este misterio tiene un peso especial.
Muchos inmigrantes encuentran en la Virgen de Guadalupe un símbolo de acompañamiento, protección y raíces culturales que los conecta con su historia y su fe.
El solo hecho de que miles de devotos viajen desde California, Texas, Illinois o Nueva York para verla en Ciudad de México muestra el impacto que mantiene su imagen casi 500 años después.
El misterio de sus ojos continúa siendo estudiado y debatido, pero para millones de guadalupanos, lo que se ve en la tilma va más allá de la ciencia.
Y es que representa la mirada de una madre que acompaña, protege y permanece viva en el corazón de los latinos, dentro y fuera de su tierra.
Archivado como: Ojos de la Virgen de Guadalupe
