A dos semanas de la coronación de Fátima Bosch, la controversia sigue acompañando a la edición número 74 de Miss Universo, celebrada en noviembre en Tailandia.
Lejos de diluirse con el paso de los días, el debate ha continuado en medios y redes sociales, alimentado por comentarios de figuras cercanas al certamen y por testimonios sobre lo que se vivió durante la concentración y las semanas previas a la final.
Una de las voces que se sumó con mayor franqueza fue Lili Estefan, conductora de El gordo y la flaca (Univision), quien no opinó desde la distancia.
Ella viajó al país asiático para acompañar a su hija Lina Luaces, quien en esta edición representó a Cuba. Por eso, al abordar la polémica, subrayó que su percepción está marcada por lo que vio y vivió en el lugar, no solo por lo que se comenta después.
Este miércoles, Estefan habló en su programa con “total sinceridad” sobre la controversia alrededor del concurso y, sobre todo, sobre cómo percibe el rumbo que ha tomado la organización.
Lo que Miss Universo representaba: un espacio simbólico de unión

En su intervención, Lili recordó el valor que históricamente veía en Miss Universo: una plataforma donde, al menos en apariencia, el escenario podía convertirse en un espacio neutral para el encuentro.
Mencionó que le impactó ver en un mismo certamen a representantes de países con conflictos abiertos.
“De una manera u otra es una organización en la que yo decía aquí llegan todos los países representados por una mujer y llegan con tanto amor y con paz”, expresó. Y puso ejemplos concretos de lo que vio: Israel y Palestina, Rusia y Ucrania, e incluso Tailandia y Camboya, países que, según su reflexión, pueden estar atravesados por tensiones, pero que en el certamen coincidieron en un contexto de convivencia pública. Para ella, eso hacía de Miss Universo una plataforma singular, quizás la única que permitía esa imagen de unidad “en un momento de amor” y “de paz”.
De la elegancia a la pérdida de credibilidad

Sin embargo, Estefan lamentó que, a su juicio, esa credibilidad construida durante décadas se esté debilitando. Recordó que este no era su primer contacto con Miss Universo: dijo que su primera experiencia fue en 1988, cuando acompañó a un jurado durante una semana, y describió aquel concurso como una experiencia “increíble” y “elegante”, incluso por la forma en que los gobiernos recibían a la organización. Comparó esa etapa con lo que vivió ahora y fue contundente: “Miss Universo se ha convertido como, no sé, un concurso de quinta”, comentó.
El punto más delicado de su testimonio tiene que ver con la logística y el cuidado hacia las participantes. Lili afirmó que en Tailandia observó una realidad que le preocupó como madre: dijo que las concursantes estaban sin chaperona, sin seguridad y que se movían sin nadie que realmente representara a la organización durante ciertos traslados o actividades.
“Estas chicas estaban sin chaperona, estaban sin seguridad, viajaban sin nadie que representaba al Miss Universo”, señaló. También explicó la angustia que implica para las familias dejar a una hija compitiendo durante semanas tan lejos: “Uno llega, entrega una hija ahí y uno dice ok, tienes que confiar en la organización porque se pasan tres semanas allá solas compitiendo”.
Y añadió un elemento práctico que refuerza su preocupación: para quienes viajan desde América, llegar a Tailandia toma tiempo, y cualquier emergencia se vuelve más difícil de atender: “Te tardaba dos días llegar allá… cualquier cosa que le pasara a una de ellas te tardaba muchísimo llegar al otro lado del mundo”.
Con ese mensaje, Estefan cerró dejando claro que, en su opinión, hace falta que alguien entienda que estas jóvenes deben ser cuidadas y protegidas, especialmente en un certamen de alcance mundial.
Aquí puedes ver el video de Lili Estefan hablando de su experiencia en Miss Universo.
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